
Las artistas participarán en la feria de ARCO.
De Carabanchel a ARCO: cuatro artistas viven su 'puesta de largo' en la gran feria de arte de España
Las artistas Sonia Navarro, Beatriz Ruibal y Cristina Garrido, así como la galerista Sabrina Amrani, vecinas del distrito 11, estarán presentes en la gran feria española.
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Carabanchel es el distrito — el 11 — a donde más madrileños se han mudado en la última década. Alrededor de una arquitectura poca agraciada, típica, como su urbanismo, de tantas ciudades españolas, se ha constituido un interesante entramado social.
Tiendas de barrio, restaurantes peruanos, ecuatorianos o españoles, la taberna que mantiene la decoración taurina y ofrece platos chinos, una fábrica de cerveza local, la carnicería Al-Andalus, peluquerías con carteles que anuncian unos cortes de pelo más extravagantes que los de Neymar, garajes, naves industriales… entre todo ese entramado hay una confluencia de estudios de artistas, galerías, locales de ensayo. No sé si podría denominarse comunidad artística, pero sí hay un intercambio enriquecedor de ideas, conocimientos, descubrimientos y contactos entre quienes ocupan esos espacios.
En la calle Sallaberry se encuentra la galería Sabrina Amrani. El pequeño escaparate engaña al paseante. Llamo al timbre por si estuviera ella. Viaja mucho por ferias y exposiciones y tiene otra galería en Malasaña. La encuentro en pleno montaje de una exposición: operarios, ruido de taladros y otras herramientas eléctricas.

"ARCO es nuestra puesta de largo", asegura la artista Sabrina Amrani.
También hay cuadros embalados para ARCO. Su galería participa en la feria desde hace más de una década. "A pesar de que las ferias se han multiplicado mucho en los últimos años y en Europa puedan ser algo homogéneas, ARCO mantiene su carácter. Ha sido y sigue siendo pionera en muchos aspectos. Por ejemplo, inventó los fórums de hacer charlas dentro de la feria. Fue la primera en invitar a comisarios y hacer sectores…", contesta Sabrina con una sonrisa.
"Para los galeristas, ARCO es nuestra puesta de largo. Acuden muchísimos visitantes, además del público, profesionales, coleccionistas, museos de todo el mundo. Llevamos tres meses trabajando para poner lo mejor", continúa la francesa.
"ARCO para mí es la ventana al mundo. Vienen coleccionistas, comisarios, críticos de arte, teóricos, historiadores… y tiene esa vinculación con América Latina", destaca Sonia Navarro. Está anocheciendo. Ha llegado junto a Fod, amigo y compañero de la Nave Oporto, algo apurada y cansada. Llevan cuatro días fotografiando en una nave de Alcorcón las piezas de su próxima exposición.

"ARCO para mí es la ventana al mundo", destaca Sonia Navarro.
"¡50 piezas de esparto y algunas enormes!", exclama Fod, que me acerca un foco para poder fotografiar a Sonia. Sonia lleva 25 años exponiendo en la feria ininterrumpidamente. Este año estará en los dos pabellones: en el primero con su galería T20 y otra de Budapest. En el segundo, en dos stands institucionales, ONCE y Prodis.
"ARCO es una feria de galerías. No es una de artistas". Sonia Navarro
Hay gente a la que no le gusta las ferias. A Sonia sí. Le encanta ver lo que han hecho los compañeros, las apuestas de las galerías, las consolidadas y las nuevas, porque "ARCO es una feria de galerías. No es una de artistas. Formamos parte del entramado, pero si no te representa una galería, no puedes exponer".
En ARCO recibirá Beatriz Ruibal el premio de la Fundación Enaire por una fotografía que colgará en el stand de la institución cultural. Una recreación de una fotografía microscópica de la flor del olivo de 2.20x1.50, el doble de una copia que cuelga en su estudio, también en la Nave Oporto.

"Viene gente muy interesada de todas partes" explica Beatriz Ruibal. Foto: María Marañón
Hace frío dentro. Imposible calentar este espacio tan inmenso. Los estudios están separados por paneles. Todo es bastante rudimentario, salvo la cocina: moderna, grande y con isla. Da a un callejón cerrado que sirve de terraza. 10 son los artistas que comparten estudio en la planta baja de esta nave industrial. Seis en la segunda planta.
En el programa VIP de ARCO hay un evento titulado Carajillo. Lo organizan Nave Oporto y Mala Fama, otro estudio de artistas sito en el mismo edificio. "Es un encuentro con profesionales a los que explicamos y enseñamos el trabajo que tenemos en proceso", indica Beatriz Ruibal. "Viene gente muy interesada de todas partes y siempre surgen proyectos. Es un buen momento para hacer contactos, tanto nacionales como internacionales. Va por la octava edición y este año será el viernes 7".
Cristina Garrido expondrá en ARCO con la galería The Goma. La artista lleva dos años en Carabanchel. Tiene estudio individual en tres niveles. El sótano es el estudio y la planta más amplia. Está bien iluminado, con una luz blanca que genera pocas sombras y te hace olvidar la ausencia de ventanas.

"A partir de los 80, las ferias empezaron a proliferar hasta la pandemia" para Cristina Garrido.
En una mesa con vitrina tiene una pequeña escultura: dos bolas negruzcas sobre una base. Podrían parecer huevos de dinosaurio, pero están hechas con una revista de arte. La grande, con las páginas que llevan anuncios; la pequeña, con aquellas dedicadas a los textos sobre arte.
Cristina ha reflexionado mucho sobre las ferias de arte. Se iniciaron en los años 60, principalmente, para comercializar las obras. "ARCO fue la primera que empezó a otorgar a la feria una dimensión más social e intelectual", asegura. "A partir de los 80, empezaron a proliferar hasta la pandemia".
Hoy en día, opina, la feria de arte tiene un carácter que va más allá de lo comercial. "Es donde se presentan nuevas piezas y lugar de encuentro de coleccionistas, comisarios y otros agentes que viajan por las de todo el mundo".
Además, la artista advierte un cambio en la concepción de lo que es una feria: "Se ha pasado de ir a una para ver una obra, a ir a una para ver el stand. Ya no es solo la obra de arte, sino cómo van vestidos los galeristas, el montaje del stand, 3 la moqueta. Cada vez es todo más sexy y espectacular".
En un falso documental que ha realizado presenta el stand como el nuevo arte, y a los galeristas como los nuevos artistas. Juega, además, con la idea de que los stands son efímeros, nómadas, van de feria en feria.
Sabrina Amrani me conduce al interior para explicarme su concepto de galería. Atravesando varios espacios menores, se llega a una enorme sala cuadrada. Del techo cuelga una malla abombada, cuadrada también, repleta de algo parecido a unos farolillos de feria, pero con un aire más sensual y siniestro.
Los técnicos están probando las luces de la nueva instalación de Carlos Aires. "Puedes tener un espacio grande y seguir colgando cuadros o hacer otras cosas. Depende de cada galería. Yo veo este espacio como un terreno de juego. Siempre he defendido lo primero, el arte como experiencia, tanto por parte del artista como del público", dice Sabrina.
Socióloga de formación, le gusta abrir conversaciones con sus artistas contemporáneos de temas sociopolíticos. "Aunque la venta es parte de mi trabajo, nosotros crecemos con los contemporáneos". No se imagina qué obras perdurarán. Tampoco, dice, es su papel ni su objetivo. "Artistas y galeristas trabajamos con una necesidad del momento. El museo trabaja a largo plazo, para el futuro. Cada uno con nuestros ritmos".
La preocupación por la identidad que empezó en los años 80 se ha convertido en la principal narrativa de ahora, según Cristina Garrido. "La obra de arte cada vez es menos importante. Los textos críticos hablan de la exposición, de su valor como mercancía, pero menos de ella. También parece que prima más el artista, de dónde viene, que la obra en sí. En las escuelas de Arte que tanta influencia tienen, se está volviendo a una enseñanza más plástica y menos conceptual".
Beatriz Ruibal aprecia mucha diversidad artística cuando visita los estudios de la zona: "Son lugares de experimentación, de libertad, en los que hay mucho diálogo". A ella le preocupan particularmente la pérdida de memoria cultural y de biodiversidad, y la necesidad de preservarlos. Piensa que estamos ante un cambio de época.

"Son lugares de experimentación, de libertad", recuerda Beatriz Ruibal.
Sonia Navarro ha visto diferentes tendencias y modas a lo largo de sus 25 años en ARCO, "pero los grandes siempre son los grandes. La época en que hubo fotografías de un tamaño enorme coincidió con el cambio de formato de analógico a digital. El arte evoluciona conforme evolucionan los tiempos, como todo. Ahora me imagino que habrá cosas hechas con IA". Ella está "en el lado opuesto", trabaja a mano con materiales orgánicos: caucho, lana de los pocos rebaños que siguen haciendo la trashumancia, esparto tejido a mano por un colectivo de mujeres…
Me enseña una foto de una de las piezas de esparto que expondrá en mayo en Alcalá 22. Mide 6 metros y parece magnífica. "Hay obras que son fotogénicas y otras no. Yo soy partidaria de ver la obra en directo, porque es donde realmente aprecias los matices".

Sonia Navarro, posando en su estudio.
Nuestra realidad es cada vez más virtual, comenta Cristina Garrido. La forma en que nos presentamos online, cómo conocemos a la gente, las redes sociales… sobre este tema versa su reciente exposición en la galería Bombon Projects y también un documental para la Fundación Botín.
"Son más las personas que ven la fotografía de una obra, que la obra en sí. Las fotografías de las exposiciones tienen un inmenso trabajo de postproducción que idealiza el espacio, parece que no hay puertas. ¿Qué sucede cuando nos acostumbramos a ver una fotografía y luego vemos el original?".
Cristina ha sido madre hace poco más de un mes y está adaptándose a la nueva realidad. "Antes del embarazo lo tenía todo muy claro, pero ahora…". Otro de sus próximos proyectos es una exposición individual en el Museo Macs de Bruselas, dentro del Festival Europalia.

"La obra de arte cada vez es menos importante", recalca Cristina Garrido.
España es este año el país invitado. Una intervención en la entrada de la Bienal de Pontevedra, ciudad donde nació Beatriz Ruibal, una exposición en Casa Árabe, y una beca de la Fundación Pollock-Krasner son sus próximos planes. "Ha sido muy bonito, porque desde la fundación me invitaron a solicitar la beca".
Dentro de poco volará a Nueva York y trabajará en la casa donde tuvieron su estudio Jackson Pollock y su mujer Lee Krasner. Como asistente llevará a su hija que acaba de terminar la carrera. Tiene dos hijos más.
A petición de Magas, Sabrini Amrani recomienda dos artistas que muestra en ARCO: la española Gabriela Bettini y la pakistaní Wardha Shabbir, su más joven descubrimiento. Esta heredera de la tradición indopaquistaní en el arte de la miniatura también estará presente en la Bienal de Arte de Pontevedra.
La galería de Sabrina fue la primera extranjera en hacer una exposición en Arabia Saudita. Para el Festival de Arte de Al-Ula hizo una muestra con la saudí Manal Al Dowayan, que poco después representaría al país en la Bienal de Venecia. "Es un país que se está abriendo al mundo, al turismo".

Sabrina Amrani, posando en su estudio.
Aunque Sabrina no vivió la transición española, encuentra cierto parecido con esa época: "El cambio está siendo muy rápido. La gente está con unas ganas locas". Este reportaje que empezó en Carabanchel y termina en el oasis de Al-Ula corrobora que el arte no tiene fronteras.