
Los cardenales Omella, Osoro, Cobo, Fernández Artime, López Romero y Bustillo votarán en el próximo cónclave para elegir al nuevo Papa. E. E.
Omella, Osoro, Cobo y los otros tres cardenales españoles que elegirán al sucesor de Francisco: todos son del ala 'progresista'
Cristóbal López Romero es arzobispo de Rabat y Francisco Javier Bustillo es obispo de Ajaccio, cuna de Napoleón. Ambos votarán para elegir al nuevo Papa.
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Seis cardenales españoles nombrados por el Papa Francisco tendrán derecho a votar en el cónclave de mayo. Omella, Romero, Cobo, Osoro, Artime y Bustillo. Aunque ninguno parte como favorito ni está siquiera en las quinielas para ser elegido Sumo Pontífice, todos ellos son papables. Al tener menos de 80 años podrán participar junto a los otros 126 purpurados electores del Colegio Cardenalicio en la votación que elegirá al sucesor de Bergoglio al frente del Vaticano. Echarán la papeleta, en total, 133 purpurados, dos menos de los 135 iniciales, ya que el español Antonio Cañizares y el bosnio Vinko Puljić renunciaron a su participación por motivos de salud.
Las posiciones ideológicas de los votantes españoles difieren en pequeños matices doctrinales –misa, diálogo interreligioso, moral sexual– aunque todos mantienen un posicionamiento pastoral alineado con el de Francisco. Son del ala progresista. Igual que Tagle, Zuppi o Parolin, los tres favoritos. Antes de su retirada, perfiles como el de Cañizares se habían alzado como bastiones del conservadurismo y la rigidez doctrinal. Pero su salida del cónclave allana el camino a otros que, como José Cobo Cano o Ángel Fernández Artime, favorecen que pueda haber un Papa continuista.
Entre los cardenales hay algunos desconocidos. Es el caso del salesiano Cristóbal López Romero, arzobispo de Rabat, en Marruecos, pero nacido en Vélez-Rubio, Almería, un ferviente defensor del Sínodo de la Sinodalidad, de la democratización de la Iglesia y del diálogo interreligioso, con una sensibilidad especial para el Islam. O el de Francisco Javier Bustillo, obispo de Ajaccio, en Córcega, pero nacido en Pamplona, uno de los perfiles más moderados y centristas del cupo de 'progresistas' nacidos en España.
Carlos Osoro, el dialogante

Carlos Osoro, arzobispo emérito de Madrid. Europa Press
"Seréis juzgados como juzguéis vosotros, y la medida que uséis, la usarán con vosotros. Aquí está la medida de tu humanidad: en cómo te ocupas del otro, sea quien sea, tenga la edad que tenga, esté en el inicio de la vida o en su término. Ser cristiano supone vivir y tener esa mirada amorosa de Dios sobre el hombre, que es garante de su dignidad". Con esas palabras, el cardenal Carlos Osoro Sierra, arzobispo emérito de Madrid, se dirigía por carta a sus fieles en 2022.
Es una de las mejores expresiones de su personalidad: moderado, dialogante, cercano a la gente y un apasionado defensor de la tradición y de la liturgia. Si bien tiende hacia posiciones ortodoxas en lo doctrinal, el religioso, nacido en 1945 en Castañeda, Cantabria, ha demostrado una gran sensibilidad pastoral y se muestra como un equidistante que prefiere evadir la polémica.
"Creo que un obispo no debe salir a protestar a la calle. Si yo participo en una manifestación con una consigna determinada, van a ver que me uno a un grupo. Y yo tengo que ser de todos", explicó en su libro Carlos Osoro. El peregrino, publicado cuando aún ostentaba el cargo de vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española.
Osoro explicó que él "siempre" votaba por el partido que mejor defendiera la vida y la solidaridad. Alegó que, aunque pueda tener divergencias ideológicas, siempre "está disponible para dialogar con todas las fuerzas políticas", ya que "un obispo debe serlo de creyentes y de no creyentes, de izquierdas, de derechas y de centro".
Ese perfil neutral proviene, probablemente, de sus años de juventud, ya que se ordenó sacerdote muy tarde, con 28 añoss, e incluso cuando aún era laico llegó a tener pareja. Ese "carácter" terrenal le permitió comprender "que el mundo es más grande que los muros de la Iglesia católica".
Párroco de Torrelavega, obispo de Orense, arzobispo de Oviedo (2002-2009), de Valencia (2009-2014) y de Madrid (2014-2023), fue ordenado cardenal por el Papa Francisco en 2016. En ese acto, el Pontífice aseguró que "el virus de la polarización y la enemistad se cuela en las formas de pensar, de sentir y de actuar", y utilizó la figura de Osoro como ejemplo de buen hacer y de diálogo. Todo apunta que en el próximo cónclave de mayo, Carlos Osoro votará a alguien que continúe el legado reformista de Francisco.
López Romero, el nexo marroquí

El cardenal Cristóbal López Romero, arzobispo de Rabat.
"Habría que estar loco para querer una responsabilidad tan grande", sentencia Cristóbal López Romero, arzobispo de Rabat, cuando le preguntan si desearía ser Papa. "Absolutamente, no. Ser obispo de Rabat ya me sobrepasa en extensión y en intensidad".
En 2019, el Papa Francisco nombró cardenal a este salesiano almeriense que, desde 2017, ocupa la jefatura del arzobispado de la capital de Marruecos. Nacido en la provincia de Almería en 1952, se trasladó a Barcelona de pequeño, donde se formó junto a la congregación religiosa fundada por Juan Bosco. Allí encontró su vocación religiosa y, en 1979, se ordenó sacerdote. Fue misionero en 1984 e Inspector de Paraguay entre 1994 y el año 2000. Su primer contacto con el país rifeño data de esos años, cuando fue nombrado director del centro de formación profesional JUK-SPEL de Kenitra, en Marruecos.
Su amplio conocimiento del mundo islámico, su postura aperturista hacia el diálogo interreligioso y su defensa de las comunidades populares de la Iglesia en Latinoamérica lograron que Francisco se fijara en él para nombrarlo, primero, arzobispo de la diócesis de Rabat (2017) y, después, purpurado del Colegio Cardenalicio (2019).
"A mucha gente le ha molestado que el papa sea cercano a los musulmanes, que critique las políticas migratorias de los países ricos y reclame por las injusticias", expresó López Romero, quien también añadió que los fieles, independientemente de lo que piensen sobre el Papa, "deben obedecer" al jefe de la Iglesia.
"Hay cristianos que muestran hacia los hermanos más frágiles y vulnerables muy poca compasión", reconoció en una entrevista al medio ANS, vinculado a los salesianos. "Sufro cuando, en España, algunas personas, tras participar en la eucaristía, me piden que no envíe más migrantes desde Marruecos. Les digo que las personas deben poder desplazarse, que tienen derecho a ello y que no soy yo quien las envía. ¿Cómo es posible ir a misa y no sentir ninguna compasión por hombres, mujeres y niños que sufren?".
Cobo Cano, el azote del Valle

José Cobo Cano, arzobispo de Madrid.
El arzobispo de Madrid nació en 1965 en Jaén y es muy cercano a Francisco. También ha sido uno de los mayores defensores de la resignificación del Valle de los Caídos. Ha defendido el plan del Gobierno de transformar el monumento franquista sin desacralizar el lugar ni expulsar a los monjes benedictinos, y es del pensamiento de que la Iglesia debe escuchar "el signo de los tiempos".
No obstante, el cardenal Cobo se ha mostrado abiertamente en contra del matrimonio homosexual. "No casaría a dos gays, pero no por casarles. Según la Iglesia, en su tradición y forma de vida, yo creo que el matrimonio es para el hombre y la mujer. Es como si me preguntan si celebraría una eucaristía con Cocacola", reflexionó el religioso. Pero añadió: "Si quieren ser creyentes, yo acojo y acogería a todos". No es ningún revolucionario.
Quienes lo conocen aseguran que tiene una fuerte vertiente social y es un perfil "discreto, sereno y de buen hacer", es decir, alguien que también rehúye la polémica. Cuando aún era presidente del Departamento de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española, pidió el desmantelamiento de los Centro de Internamiento de Extranjeros (CIEs) y denunció la criminalización, a sus ojos injusta, a la que eran sometidos los menores. También alertó contra los discursos de odio de la ultraderecha.
En 2017, Cobo Cano fue nombrado obispo auxiliar de Madrid y recibió la ordenación episcopal en febrero de 2018. En 2023, se convirtió en el arzobispo de Madrid. Fue un movimiento poco habitual, ya que rompió con la tradición de que los arzobispos previamente hayan dirigido alguna diócesis. Fue una decisión personal de Francisco. Vio en él a un líder pastoral experimentado. En menos de 24 horas, el Papa anunció que lo nombraría cardenal. Esto lo convierte en un purpurado joven, aún inexperto en las luchas de poder del Vaticano.
Omella, el misionero del procés

El cardenal elector y arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, oficia la misa de Pascua en la Catedral de Barcelona.
Dialogante, abierto, simpático y de perfil centrista que prefiere mantenerse al margen de los juegos de poder. De hecho, jamás se ha postulado a ninguno de los muchos cargos de relevancia que ha ocupado. Dice que lo convirtieron en presidente de la Conferencia Episcopal Española –estuvo desde 2020 hasta 2024– por "obligación eclesiástica". Antes había sido misionero en la antigua Zaire –hoy República Democrática del Congo– y obispo auxiliar en Zaragoza.
Aunque él nació en Cretas, Aragón, en 1946, el cardenal Juan José Omella ha desempeñado parte de su carrera en Cataluña. No en vano los catalanes los vieron con recelo cuando fue nombrado, en 2015, arzobispo de Barcelona. A pesar de todo, trató de mediar entre Mariano Rajoy, Oriol Junqueras y Carles Puigdemont en 2017, durante las tensas –e infructuosas– negociaciones sobre el procès.
Omella se ha mostrado especialmente crítico con el aborto. "Nadie se inmuta si un bebé que lleva menos de nueve meses en el vientre materno es martirizado. Pero si un bebé nace prematuro a los cinco meses, se insiste en que se le salvó la vida. ¡Aun así, romper un huevo de águila está prohibido!". También ha vertido comentarios ambiguos sobre la eutanasia, la cual rechaza, aunque defiende que se garanticen los cuidados paliativos para "dignificar" la situación del enfermo.
Por otro lado, ha tratado de mantener un perfil aperturista alineado con los postulados doctrinales de Francisco. Entre ellos, con el compromiso de fomentar una Iglesia al servicio de la paz y de los más necesitados; una Iglesia de visión humilde y servicial. Omella también ha tratado de fomentar la inclusión de la mujer en las instituciones eclesiásticas. En 2017 nombró a una mujer secretaria general del arzobispado y la cancillería de la curia diocesana, algo que jamás había ocurrido en el Arzobispado de Barcelona.
Durante la pandemia, fue uno de los principales religiosos que llamó a la solidaridad y pidió que la Iglesia que estuviera "en primera línea" y ayudara a los más afectados. Se dice que Juan José Omella era el hombre de confianza del Papa Francisco en España y que fue uno de los responsable de que José Cobo Cano fuera nombrado arzobispo de Madrid. Para él, lo ideal sería que saliera elegido un Papa joven. "Para llevar un trabajo tan duro como el de Papa, debe tener cierta salud y juventud".
Omella no ha estado exento de polémicas. En 2022, un joven señaló por abusos sexuales al sacerdote Jorge Alexander. El denunciante se reunió con el cardenal Omella y este calificó el caso de "asunto moral" y jamás apartó al presunto pederasta. Aunque el cardenal respondió que seguía el protocolo canónico y trasladó el caso a Roma, organizaciones de víctimas criticaron su falta de transparencia.
Fernández Artime, el salesiano discreto

El nuevo cardenal y rector Mayor de los Salesianos, Ángel Fernández Artime, posa en el acto de nombramiento de cardenales en la basílica vaticana de San Pedro.
Ángel Fernández Artime nació en la parroquia asturiana de Luanco en 1960 y, quizás porque siempre ha tratado de mantener un perfil moderado y cauteloso, su figura no ha trascendido tanto como la de Osoro, Omella y Cobo Cabo. Artime es pro-prefecto del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica y es, a todas vistas, un firme defensor de las posturas doctrinales del Papa Francisco.
Una de las grandes peculiaridades de su figura es que Artime fue nombrado cardenal sin haber sido previamente obispo, algo raro en la Iglesia católica. También fue inusitado que Fernández Artime fuera rector mayor de la Congregación Salesiana cuando Francisco lo hizo cardenal. Fue la primera vez que un clérigo era ordenado cardenal mientras dirigía una orden religiosa.
Aunque no se le conocen polémicas ni posicionamientos ideológicos explícitos, su perfil dialogante, centrado en atraer a los jóvenes y ayudar a los pobres llevando por bandera la cercanía y la misericordia, encajan perfectamente con la agenda social y pastoral de Francisco. Tampoco ha manifestado su postura sobre asuntos como el matrimonio homosexual, el celibato o el papel que debe tomar la mujer en la Iglesia del futuro. Sí se refirió a las políticas antiinmigración como "inhumanas", aseguró que "la otra persona no es el peligro" y defendió a Ucrania frente a la invasión rusa.
"Nuestro servicio como pastores de la Iglesia y también como cardenales no es un honor", dijo durante su nombramiento. "Es, ante todo, un servicio de comunión con el Papa. Don Bosco nos enseñó a decir siempre: '¡Viva el Papa!'. Nosotros, la Familia Salesiana y los Salesianos en el mundo, estamos y estaremos siempre con el Papa [...] Y creo que es una gran segunda contribución que debemos dar a la Iglesia. [...] Servicio al Papa, a la Iglesia y al pueblo".
Bustillo, misa en tierra de Napoleón

El cardenal y obispo de Ajaccio, Francisco Javier Bustillo, es nombrado cardenal por el Papa Francisco en la basílica vaticana de San Pedro.
Francisco Javier Bustillo, 'François-Xavier', es francoespañol pero nacido en 1968 en Pamplona. Es hijo de padre militar y madre ama de casa y, al contrario de lo que se piensa, es mucho más moderado que Francisco. Cuenta la prensa francesa que no está de acuerdo con las bendiciones de las parejas homosexuales ni con estudiar la posibilidad de incluir el sacerdocio femenino.
Pero es un hombre de a pie, un enamorado de la fe, un humilde; vaya, un franciscano como Francisco que habla perfectamente español, francés e italiano y es un defensor del diálogo interreligioso, especialmente con el Islam, que está muy presente en su diócesis.
En 2021 el navarro fue nombrado obispo de Ajaccio, cuna natal de Napoleón, en Córcega. Dos años después, el Papa lo elevó al rango de cardenal, lo que demuestra su afinidad ideológica con el argentino. En esencia, es un reformista moderado cuya visión de la Iglesia pasa por tomar medidas que vuelvan a atraer a los jóvenes a la las misas. "La Iglesia pasa por un momento de déficit de esperanza y amor", llegó a decir Bustillo. "Nos dividimos en vez de apoyarnos los unos a los otros".
Bustillo tuvo vocación temprana y a los 17 años entró en la Orden de los Frailes Menores Conventuales, los franciscanos. Fue ordenado cardenal en septiembre de 2023, al igual que Cobo Cano. Fue una sorpresa, ya que hasta entonces no había dirigido ninguna archidiócesis ni era un perfil mediático conocido. Fue, esencialmente, una decisión personal de Francisco.
El Papa incluso recomendó leer el libro de Bustillo, Testigos, no funcionarios, donde el cura hace un alegato que pide a los sacerdotes vivir la fe intensamente, más a través del ejemplo y menos del dogma. Al Sumo Pontífico le gustó tanto el texto que hasta llegó a prologarle su siguiente libro, El corazón no se divide. Sus misas, de estilo contemplativo y profundamente espirituales –y, eso sí, exentas de moralismo– son el vivo ejemplo de un cardenal que vive la fe desde el corazón, desinteresadamente.