Malaquías de Armagh, el arzobispo católico al que se le recuerda sobre todo por dos listas de profecías que se le atribuyen.

Malaquías de Armagh, el arzobispo católico al que se le recuerda sobre todo por dos listas de profecías que se le atribuyen. E. E.

Reportajes muerte del papa

El sucesor de Francisco será el último Papa antes del Apocalipsis: la profecía de San Malaquías y "Pedro el Romano"

La lista atribuida a un obispo irlandés del siglo XII resurge una vez más agitando las aguas del imaginario católico y del fervor apocalíptico.

Más información: Francisco, el Papa de los pobres y los inmigrantes que convirtió el Vaticano en una parroquia global.

Julio César R. A.
Publicada

Con la reciente muerte del Papa Francisco, ha vuelto a tomar fuerza un texto que, desde hace más de cuatro siglos, acompaña cada transición en la Iglesia con el sigilo de una amenaza y el atractivo de una revelación. La llamada "profecía de San Malaquías" ha sido recuperada por fieles, medios de comunicación y entornos conspirativos, que sitúan al pontífice argentino como el último de la historia de la Iglesia.

Según la numeración de esta lista, Francisco ocuparía el lugar 112: el del Papa final, asociado a la figura de "Pedro el Romano", el pastor de un rebaño atribulado durante la devastación de la ciudad de las siete colinas. La lista en cuestión no es un documento reconocido por el Magisterio católico ni aparece en fuente alguna anterior al siglo XVI.

Fue publicada por primera vez en 1595 por el benedictino Arnoldo de Wyon, quien incluyó en su obra Lgnum Vitae una sucesión de 112 lemas breves en latín, presuntamente atribuidos a San Malaquáis de Armagh, arzobispo de Irlanda fallecido en 1148. Wyon sostenía que los textos habían sido escritos cuatro sieglos antes, aunque no presentó manuscritos originales ni referencias previas.

Ningún contemporáneo de San Malaquías, ni siquiera San Bernardo de Claraval —autor de una biografía detallada del prelado irlandés y testigo directo de su muerte—, dejó constancia de que aquel obispo hubiera escrito profecía alguna. Durante más de cuatro siglos, no se encontró rastro alguno de la supuesta revelación.

Una precisión milimétrica

El impacto de la lista se debe, en parte, a su forma ambigua. Cada lema busca describir, en una fórmula breve y críptica, a los sucesivos Papas de la historia, desde Celestino II hasta el último de la serie. Los primeros lemas parecen ajustarse con notable precisión a la biografía o simbología de los pontífices anteriores a a 1590. El número 167, por ejemplo, designa a Celestino II con la expresión Ex castro Tiberis [del castillo del Tíber], en aparente alusión a su lugar de nacimiento, Città di Castello, a orillas del río.

Benedicto XII aparece como Frigidus abbas [abad frío], en referencia a su etapa como monje en la abadía cisterciense de Fontfroide. Pío III es descrito con la fórmula De parvo homine [de un hombrecillo], una alusión directa a su apellido, Piccolomini.

Esa nitidez profética se disipa abruptamente con los Papas posteriores a la publicación de la lista. Historiadores como Benito Jerónimo Feijóo ya señalaron por el siglo XVIII que el encaje profético se debilita drásticamente a partir de esa fecha. En el siglo XXi, estudios como el del apologista católico Jimmy Akin han confirmado que, mientras el 95% de las frases anteriores a 1590 coinciden con precisión con los datos conocidos de los pontifíces, sólo un 8% lo hacen después de esa fecha.

Construcción literaria

El texto parece haber sido construido a partir de una obra anterior: la Epitome Romanorum Pontificum, del historiador agustino Onofrio Panvinio, publicada en 1557. Varios lemas de la profecía coinciden palabra por palabra con pasajes del libro, lo que refuerza la hipótesis de que la lista fue elaborada en el entorno romano del siglo XVI como una construcción retrospectiva, más cercana a la erudición humanista que a la revelación sobrenatural.

A pesar de su carácter dudoso, la lista ha sido tomada en serio por sectores del catolicismo apocalíptico y ha generado interpretaciones cada vez más forzadas. En 2013, durante el cónclave que eligió a Jorge Mario Bergoglio, diversos círculos rastrearon entre los papables a figuras con el nombre de Pedro. El húngaro Péter Erdő, el africano Peter Turkson o el brasileño Odilo Pedro Scherer fueron considerados "candidatos proféticos". Ninguno fue elegido.

La llegada de Francisco desató nuevas reinterpretaciones. Algunos vieron en su elección un cumplimiento indirecto de la profecía: un Papa humilde, cercano a Roma por su adhesión a la tradición petrina, y elegido en un tiempo atribulado por crisis globales como la pandemia del coronavirus, las guerras en Europa oriental o el auge de las inteligencias artificiales. Ninguno de esos fenómenos, sin embargo, ha implicado la destrucción de Roma ni un juicio final.

Francisco, en el balcón de la basílica de San Pedro tras ser elegido Papa el 13 de marzo de 2013.

Francisco, en el balcón de la basílica de San Pedro tras ser elegido Papa el 13 de marzo de 2013. Dylan Martinez Reuters

Profecía con acento español

En España, la lista de Malaquías ha cobrado especial resonancia al entrelazarse con otro fenómeno visionario: las apariciones marianas de Garabandal, en Cantabria, entre 1961 y 1965. En aquel contexto, una de las videntes aseguró que la Virgen le había revelado que, tras Juan XXIII, habría solo tres Papas antes del fin de los tiempos. La interpretación posterior excluyó a Juan Pablo I por su breve pontificado, con lo que el conteo se completaría con Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI.

La elección de Francisco puso en entredicho esa versión, y algunos círculos garabandalistas pasaron a negar la legitimidad del pontífice argentino. La Iglesia Católica nunca ha otorgado validez oficial a la profecía de San Malaquías. El Catecismo, en su párrafo 67, aclara que las "revelaciones privadas", incluso cuando son reconocidas, no pertenecen al depósito de la fe ni completan la Revelación definitiva, y su función se limita a ofrecer orientación espiritual en contextos históricos concretos. La lista del benedictino Wyon ni siquiera alcanza ese estatus.

Las advertencias de Cristo en los Evangelios tampoco dejan espacio para cálculos numéricos ni cronologías ocultas: "No sabéis ni el día ni la hora", afirma el texto de Mateo (25,13). El llamado es a la vigilancia, no a la obsesión por señales cifradas. Pese a todo, la profecía de Malaquías sigue siendo citada, reproducida y debatida.

Como si cada nuevo Papa no solo reabriera el futuro de la Iglesia, sino también las heridas del pasado y las ansiedades del presente. En un mundo cada vez más saturado de incertidumbre, las listas, los oráculos y los textos ambiguos conservan un poder inusual. No por su veracidad, sino por su capacidad de ofrecer sentido, aunque sea ilusorio, en tiempos de transición.

Ningún otro documento falso ha durado tanto ni ha sido tan citado. Mientras la silla de Pedro vuelve a quedar vacante, la vieja lista del siglo XVI vuelve a circular, ajena a su dudosa autoría, impermeable al desmentido académico, y aún capaz de sugerir que, quizá, esta vez sí.