La primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, pasa revista a una guardia de honor mientras asiste a una ceremonia con motivo del 163 aniversario del Ejército italiano, en Roma, Italia, 3 de mayo de 2024.

La primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, pasa revista a una guardia de honor mientras asiste a una ceremonia con motivo del 163 aniversario del Ejército italiano, en Roma, Italia, 3 de mayo de 2024. Remo Casilli Reuters

Europa

España se sube con retraso al tren del rearme europeo que empuja Polonia, abandera Alemania y atropella a Italia

Los cinco países europeos con más peso en la arquitectura de seguridad continental avanzan hacia el aumento significativo del gasto militar, aunque con métodos y resultados dispares.

Más información: Sánchez rasca 10.471 millones para defensa con ahorros por el déficit, fondos UE y partidas congeladas de la pandemia

Publicada

La invasión rusa a gran escala de Ucrania cambió las palabras por hechos. En respuesta a la anexión rusa de Crimea de 2014, los miembros de la OTAN se comprometieron a elevar el gasto en defensa hasta el 2% del PIB. Una cifra simbólica que los ministros de Asuntos Exteriores de la Alianza sondearon por primera vez en el lejano 2006. Era el mundo de ayer. Entonces, sólo tres miembros cumplían ese compromiso. Hoy, en cambio, son 23 los países que alcanzan ese dígito, y serán más antes de que acabe el año.

Es el signo de los tiempos. La denominada “operación militar especial” del Kremlin en Ucrania obligó a la OTAN a volcar esfuerzos para evitar algo que parecía imposible, una guerra en suelo europeo con implicaciones globales. Desde entonces, los bálticos se han incorporado a la lista de los países que más invierten en defensa. Un expediente en el que, año tras año, solían aparecer, casi en solitario, Estados Unidos, Turquía o Grecia.

Pero la arquitectura de seguridad europea no depende —sólo— de estos países, sino —especialmente— de los que integran el recién creado G5+, un grupo de contacto en el que tienen asiento reservado los ministros de Asuntos Exteriores de Alemania, Francia, Reino Unido, Italia, Polonia y España, además de la Unión Europea. Un club reducido que busca coordinar la respuesta de los principales socios continentales a la amenaza que representa el régimen de Vladímir Putin.

En el cuarto —y, de momento, último— encuentro del G5+, celebrado a finales de marzo en Madrid, en el que hicieron acto de presencia tanto la jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas, como el comisario de Defensa, Andrius Kubilius, además del ministro ucraniano de Exteriores, Andrii Sybiha‎, los representantes reafirmaron su compromiso con la OTAN, que consideran “el pilar de la seguridad euroatlántica” pese a los desaires habituales de Donald Trump.

El grupo de los cinco también se conjuró para asumir “una mayor responsabilidad” en la seguridad europea y, además, reivindicó su papel a la hora de apuntalar las defensas de Kyiv para repeler la ofensiva rusa. Un papel que la Administración de Estados Unidos ni siquiera tuvo en cuenta antes de poner en marcha las negociaciones directas con Moscú. “Europa proporciona actualmente casi dos tercios del apoyo total a Ucrania y el 60% de la ayuda militar”, recogió, en este sentido, el comunicado conjunto.

Hacen falta, sin embargo, muchos más hechos para terminar de sustituir a las palabras. Especialmente en España e Italia, los únicos miembros del denominado G5+ cuyo gasto en defensa todavía queda lejos del 2%.

Ambos invierten un 1,28% y un 1,49%, respectivamente, aunque el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció ayer que España alcanzará este año el 2%, y el ministro de Economía de Giorgia Meloni, Giancarlo Giorgetti, confirmó a principios de abril que Italia estaba preparada para “alcanzar el objetivo del 2% del PIB fijado en 2014”.

Meloni espera a La Haya

Sólo Canadá, Bélgica, Eslovenia, Luxemburgo y España están por detrás de Italia en la lista de países de la OTAN que menos invierten en defensa. Hasta la fecha, el Gobierno de coalición que encabeza Meloni destina a esta materia un total de 32.000 millones de euros. Un volumen de gasto que, de acuerdo con su titular de Economía, alcanzará el nivel mínimo que exige la Alianza antes de que acabe 2025.

De los 32.000 millones que invierte Italia, destina el 59,4% a gastos de personal, el 15% a las operaciones, el 3% a las infraestructuras y el 22% a los equipos. “Somos plenamente conscientes, especialmente a la luz de las tensiones actuales, de la necesidad de aumentar ese gasto en los próximos años”, declaró Giorgetti, percibido como la cara más amable de La Liga de Matteo Salvini, que se opone a la agenda de rearme de la Comisión Europea.

Según la prensa italiana, Meloni no hará el anuncio oficial hasta finales de junio, en el marco de la Cumbre de la OTAN de La Haya, en la que sin embargo se espera que los líderes eleven el objetivo de gasto en defensa hasta el 3% del PIB. “Los países europeos no pueden tocar el bienestar y los logros sociales. Dicho esto, en este contexto, el 2% ya no es un objetivo a alcanzar, sino simplemente un punto de partida”, reconoció el ministro italiano de Defensa, Guido Crosetto, en una entrevista con La Stampa.

Meloni sólo tiene un pequeño problema: gobierna el país europeo menos receptivo a aumentar el gasto en defensa.

Polonia tira del carro

Polonia es, con diferencia, el país miembro de la OTAN que más dinero de su PIB invierte en defensa: el 4,12%. Su gasto se ha disparado un 214% en la última década, según los datos oficiales de la Alianza, y el primer ministro Donald Tusk ha incluido en los presupuestos para este curso una inversión récord del 4,7%, lo que se traduce en 46.300 millones de euros.

Hoy, el Gobierno polaco destina más de la mitad del gasto (el 51,1%, según los datos de la OTAN) en la compra de equipos. Más que ningún otro miembro de la Alianza. La mayoría de las armas proceden de Estados Unidos y Corea del Sur.

La proximidad geográfica con Ucrania hace mella en la sociedad polaca. Según las encuestas, el 76% de sus ciudadanos comprende —y comparte— la necesidad de armarse hasta los dientes. Hasta la Coalición Cívica del primer ministro Tusk y los ultraconservadores de Ley y Justicia del presidente Andrzej Duda, enemigos acérrimos, están de acuerdo.

Merz promete impulsar Alemania

Aunque supera el umbral del 2%, Alemania no es de los miembros de la OTAN que más porcentaje de su PIB invierte en defensa. Sí es, en cambio, de los que más gasta. De hecho, es el segundo de los 32 miembros, sólo por detrás de Estados Unidos. El año pasado, el Gobierno alemán destinó un total de 85.500 millones de euros en materia de seguridad, según las cifras de la OTAN. Y el próximo canciller, Friedrich Merz, quiere ir mucho más lejos.

El líder democristiano abandonó la prudencia fiscal que exhibió durante la campaña electoral ante la posibilidad de que Trump se repartiera a solas con Putin el futuro de Ucrania.

Merz no sólo acordó con los verdes y los socialdemócratas eximir del freno de la deuda todos los gastos de defensa superiores al 1% del PIB —algo inaudito—; también impulsó la creación de un fondo especial de 500.000 millones de euros para infraestructuras y proyectos de doble uso, civil y militar, que se gastaría a lo largo de doce años.

En el programa de coalición con el SPD, los de Merz insisten en que Alemania debe aspirar a desempeñar un papel de liderazgo en el desarrollo de la Política Común de Seguridad y Defensa de la UE y que debe crearse una auténtica Unión Europea de Seguridad dentro de la UE.

Más defensa y menos gasto social en Reino Unido

Reino Unido aparece entre los diez primeros países de la lista de miembros de la OTAN que mayor porcentaje de su PIB invierten en defensa. En su caso, un 2,33% que destina principalmente a la compra de armamento, de acuerdo con las cifras oficiales.

Londres supera el umbral, pero Keir Starmer no parece conforme. En febrero, poco antes de reunirse por primera vez con Trump en la Casa Blanca, el premier laborista presentó en la Cámara de los Comunes sus planes para elevar el gasto en defensa hasta el 2,5% del PIB en 2027. Una promesa electoral cuyo cumplimiento, explicó Starmer, tuvo que acelerar “a la luz de las graves amenazas a las que nos enfrentamos”.

El primer ministro británico pretende hacerlo, eso sí, recortando el presupuesto destinado a la ayuda exterior. Aunque esperará a las próximas elecciones generales para ajustar el gasto en defensa en la marca del 3% que, con toda probabilidad, saldrá de la próxima Cumbre de la OTAN en La Haya.

El francés Bayrou se rasca el bolsillo

Francia también alcanza el compromiso del 2% del gasto en defensa. El pasado año, el Ejecutivo galo invirtió un total de 59.600 millones de euros en esta materia, aunque el grueso de las partidas estuvieron destinadas a gastos de personal, según reflejan las estadísticas de la OTAN.

El problema de Francia no será aumentar el porcentaje de gasto, sino mantenerlo. Los fondos escasean, y el primer ministro, François Bayrou, es consciente de la fragilidad de las cuentas públicas.

Quien no parece serlo es Emmanuel Macron. El presidente francés declaró recientemente en una entrevista con Le Figaro que pretende elevar el gasto hasta el 3,5% del PIB como parte de sus esfuerzos para encabezar el plan de rearme de la Comisión Europea. El aumento que propone Macron requiere de 30.000 millones de euros adicionales al año.

Las ambiciones del Elíseo chocan abiertamente con los planes del Gobierno de Bayrou, que tiene como objetivo nada menos que reducir el déficit al 5,4% de su PIB a finales de 2025, frente al 6% de 2024. Una fórmula a la desesperada para acoplar las agendas de Macron y Bayrou sería el lanzamiento de un empréstito nacional. La medida, utilizada por última vez en 1993, vuelve a estar ahora encima de la mesa.