En una foto de archivo, agentes de la Guardia Civil toman muestras en una escena del crimen en la Comunidad Valenciana.

En una foto de archivo, agentes de la Guardia Civil toman muestras en una escena del crimen en la Comunidad Valenciana. Jorge Gil / Europa Press.

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Juan fue torturado, asesinado y quemado en Valencia por una supuesta deuda de drogas: "Lo intentaron borrar del mapa"

Los presuntos autores de la muerte del joven de 23 años, residente de la localidad de Llíria, han sido detenidos. Uno de ellos se entregó a la Guardia Civil.

Más información: Investigan el hallazgo del cadáver de un hombre en una zona rural del municipio valenciano de Llíria.

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El cuerpo de Juan G. F., de 23 años, apareció la mañana del domingo en un campo de naranjos de la partida de les Mallaes, cerca de Llíria, Valencia. Yacía boca arriba, con signos evidentes de violencia, semicalcinado sobre la compuerta de una acequia. El hallazgo, estremecedor, corrió a cargo de dos trabajadores agrícolas que acudían a trabajar. Uno de ellos vio primero el reguero de sangre; el otro, el cuerpo. No era un accidente. No era un aviso. Parecía una ejecución.

Según ha podido confirmar EL ESPAÑOL, Juan fue torturado antes de morir. Los agresores lo acuchillaron en varias ocasiones, evitando puntos vitales, y lo golpearon brutalmente en la cabeza con un objeto contundente. La autopsia preliminar señala que ese traumatismo craneoencefálico fue la causa final de la muerte. Después, rociaron su cuerpo con gasolina e intentaron hacerlo desaparecer. Pero no lo hicieron bien, porque el fuego se apagó antes de consumirlo del todo.

Los investigadores de la Guardia Civil creen que pudo ser un asesinato premeditado. Una encerrona. Al menos dos sospechosos se citaron con Juan, supuestamente para reclamarle una deuda vinculada al tráfico de drogas, como avanzó en exclusiva el periódico Levante-EMV. Lo llevaron al paraje rural, aislado, sin testigos. Allí lo esperaban la violencia y el silencio.

Finalmente, los presuntos autores del asesinato de Juan han sido detenidos. Se trata de dos jóvenes de 24 y 29 años, de nacionalidad colombiana, acusados de un delito de homicidio. Tal y como ha podido confirmar este medio, uno de ellos se entregó a la Guardia Civil.

La unidad Orgánica de Policía Judicial de Valencia instruye las diligencias y la causa ha pasado a disposición judicial en el Juzgado de Instrucción número 1 de Llíria. 

"A Juan lo intentaron borrar"

Los agentes del grupo de Homicidios y de Policía Judicial han reconstruido las últimas horas del joven. Juan, el menor de una numerosa familia de Llíria, con antecedentes por robos y drogas, desapareció la noche anterior. Su madre, Rafaela, lo denunció esa misma mañana, mientras la Guardia Civil inspeccionaba el terreno donde yacía su cuerpo.

Los investigadores han recogido un rastro claro: manchas de sangre en piedras cercanas, un reguero de gotas con trayectoria semicircular entre el cadáver y la carretera. Todo apunta a que fue herido fuera del campo y arrastrado hasta allí desde el vehículo con el que lo transportaron.

Una piedra de grandes dimensiones, cubierta de sangre, fue encontrada junto al cuerpo. La Guardia Civil sospechó en un primer momento que pudo ser el arma del golpe mortal, un extremo que confirmó más tarde la autopsia. El lugar fue elegido con precisión. Alejado, oscuro, sin cámaras ni paso habitual. Ningún vecino vio ni escuchó nada. Ni el fuego. Ni un coche. Ni los gritos.

Ajuste de cuentas

La violencia con la que se cometió el crimen ha hecho que los agentes descarten, por ahora, que se trate de una simple venganza. "Hay algo más", apuntan fuentes próximas a la investigación a EL ESPAÑOL. No es solo la saña, sino el método: primero, las cuchilladas que no matan. Luego, el golpe. Después, el fuego. Un intento, fallido, de hacer que no quede nada.

"Lo intentaron borrar del mapa, con la mala fortuna para ellos de que el fuego no terminó de calcinar el cuerpo", sentencian las mismas fuentes. Los primeros indicios forenses descartan una muerte instantánea. Juan sufrió. Y los asesinos, ya detenidos, se tomaron su tiempo.

El crimen de Juan llega menos de tres semanas después del hallazgo del cadáver momificado de Djinn Maury, un violinista callejero asesinado en febrero en Sagunto. Su cuerpo fue hallado en un edificio abandonado por una pareja aficionada al urbex. Ambos casos, investigados por la Guardia Civil, evidencian una creciente crudeza en los delitos violentos en la región.

Una señora espera en la estación de metro de Llíria a última hora de la tarde de este jueves.

Una señora espera en la estación de metro de Llíria a última hora de la tarde de este jueves. Raquel Granell.

Sin embargo, fuentes consistoriales de Llíria explican a este medio que el vínculo del fallecido con la ciudad no era tan profundo. Prueba de ello es que en la ciudad, ubicada a 30 kilómetros de Valencia, y con más de 20.000 habitantes, muy pocas personas habían escuchado previamente sobre Juan. Otras fuentes policiales municipales también han afirmado desconocer al joven, que sí era bien reconocido por la Guardia Civil de la zona por detenciones previas.

A primera hora de la tarde de este martes, apenas se veía un alma por las calles de Llíria. El mal tiempo no daba tregua, y algunos vecinos con los que ha podido hablar este periódico se sorprendían al conocer el trágico suceso. La mayoría de ellos coincidían: "No sabemos nada". "Si fuera de toda la vida de Llíria, lo conoceríamos", comentan dos vecinos sentados en la barra del bar Miguel, ubicado enfrente de la comisaría de la Policía Local.

Otros, en cambio, afirman que podrían reconocerlo con solo verlo. "Pobrecito. Cómo haces eso a un ser humano, que es creación de Dios", expresa un hombre creyente a un conocido del pueblo. Se encuentra sentado en la terraza de una cafetería y asegura que Juan procede de una familia numerosa. "Esto no quedará aquí", piensa. Todo apunta, según cree, a un "ajuste de cuentas".

Últimos sucesos

Aunque Llíria no ha sido tradicionalmente un foco de violencia, en los últimos años la comarca de Camp de Túria y, en menor medida, zonas colindantes de l'Horta Nord han visto crecer la actividad de redes vinculadas al narcotráfico, el menudeo y los ajustes de cuentas. La combinación de áreas rurales poco transitadas, facilidad de acceso desde la capital y escaso control en determinados parajes convierte a estas localidades en puntos idóneos para operaciones discretas. Y, a veces, para crímenes que buscan pasar desapercibidos.

No es casual que la Guardia Civil haya intensificado su presencia en estos entornos. En localidades como Llíria, Riba-roja o Bétera, los investigadores han detectado un repunte de delitos relacionados con estupefacientes, sobre todo entre jóvenes con vínculos débiles con su entorno social. El caso de Juan G. F., con sus sombras, su pasado delictivo y su muerte brutal, se inscribe dentro de esa realidad más amplia: la de un territorio donde la criminalidad organizada no siempre se ve, pero se deja sentir.

Imagen de archivo del puesto principal de la Guardia Civil de Llíria.

Imagen de archivo del puesto principal de la Guardia Civil de Llíria. E. E.

Mientras la autopsia definitiva avanza en el Instituto de Medicina Legal de València, la Guardia Civil continúa estrechando el cerco sobre los autores materiales del crimen. Gracias al testimonio de familiares, a la reconstrucción de los últimos movimientos de la víctima y a las primeras pruebas forenses recogidas en el lugar del hallazgo, los investigadores confiaban en que las detenciones podrían producirse en los próximos días. Y han sido ejecutadas finalmente a última hora de este martes.