
Imagen de archivo de una clase de Primaria. iStock
Placas solares para sobrevivir al verano y ahorrar: Vallecas se prepara para rehabilitar energéticamente sus aulas
Las asociaciones de padres y madres del barrio madrileño se organizan a través de cooperativas para instalar placas en el techo de sus centros escolares.
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Se acercan los días de más calor en Madrid, la ciudad a la que el dicho atribuye nueve meses de invierno y tres de infierno. Tocaría empezar a leer titulares de asociaciones de padres y madres protestando por aulas convertidas en hornos en los colegios, públicos y privados, y en todos los niveles.
A la espera de que nuestras administraciones se animen, las familias de varios centros del barrio madrileño de Vallecas han decidido ponerse manos a la obra para garantizar el bienestar de los niños, la sostenibilidad de los coles… y de paso ahorrarle un pico al erario.
En concreto ahora mismo hablamos de los CEIP Javier de Miguel, Palomeras Bajas y Nuñez de Arenas, que este mismo mes de abril han iniciado el proceso para trabajar en tres tareas básicas: rehabilitación energética de los edificios para mejorar su eficiencia, estudios de instalación de placas fotovoltaicas para la producción de energías renovables y la mejora y refrigeración de los patios escolares mediante su renaturalización y sombreado.
José Luis Fernández, de la cooperativa Tangente —que integra a otras 13 organizaciones de diferentes ámbitos de la sostenibilidad— y padre de un alumno de uno de los coles, explica a ENCLAVE ODS que "en el caso del Javier de Miguel se ha podido hacer una primera instalación de placas ajustada al gasto energético de la concina".
Y se ha hecho, dice, "gracias a un proyecto de gestión laboral de la Fundación ECODES y el Ayuntamiento de Madrid". Fernández asegura que en todos los centros "se ha adaptado ya la jardinería, y en el Nuñez de Arenas se ha aislado el gimnasio".
Comunidades energéticas
"Seleccionamos estos tres primeros, tres colegios públicos, porque estaban cerca del ámbito de Palomeras, que era donde estábamos trabajando. Y luego porque eran tres coles que tenían como unos proyectos pedagógicos y AMPA activas", añade.
El siguiente paso es sumar más centros para dar paso al objetivo más ambicioso: constituir comunidades energéticas en el barrio, que empiecen surtiendo de energía barata a las familias en riesgo de exclusión, pero a las que poco a poco puedan ir sumándose todos los vecinos.
"Aprovechando el resto de superficie que quedará útil en los techos para producir solar, esas comunidades no serían solo el colegio, sino una pieza más dentro del puzle", añade Fernández.
Y explica: "Ahí habría que involucrar a familias, a otras asociaciones, pequeños comerciantes… Y esa comunidad es la que financiaría la instalación. Y de toda la energía producida, un 30% iría a parar al proyecto social de la comunidad energética".

Foto de archivo del patio de un colegio. iStock
Asimismo, añade: "Es un proyecto piloto, como el que el Ayuntamiento de Madrid ya está llevando a cabo en el barrio de Villaverde, y se puede extrapolar a centros culturales, pabellones deportivos… cualquier edificio público".
Microinversiones
Un caso especial es el del Centro Cultural Palomeras, situado en el barrio que le da nombre, dentro del distrito de Vallecas. Este centro de primaria concertado, nacido en la Transición de una cooperativa de maestros en una de las zonas de la capital más abandonadas a su suerte en aquel entonces, ahora paga el precio de una climatización inadecuada.
El centro se ha unido al programa europeo Aurora, que en España lideran la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y la cooperativa de renovables Ecooo, con el objetivo de implicar a la comunidad en el cambio hacia la energía sostenible. En este caso, financiando la instalación de placas solares y un sistema de aerotermia que sustituya a la vieja caldera y rebajen la factura del colegio.
En este caso, como se trata de un colegio concertado, lo están haciendo es captar microinversiones de vecinos y estudiantes de la UPM, que van desde 20 euros hasta lo que cada uno se vea capaz de poner… y que tiene retorno. El centro devolverá, a un interés mínimo, eso sí, el dinero a sus inversores sobre el ahorro en la factura de la luz que consiga.
El proyecto cuesta nada menos que 150.000 euros, de los que ya solo quedan 30.000 por conseguir antes de que acabe abril. La idea desde Ecooo y la UPM (que recientemente ha desarrollado una app para calcular la huella de carbono, y aquí pasa de lo particular a los edificios públicos) es "implicar a toda la comunidad educativa y el barrio".
Ahora mismo las placas ya están garantizadas y lo que falta es la aerotermia, que permita un verano fresquito para estudiar sin hacérselo pagar al planeta, que bastante tiene ya con lo que tiene.