
Mercado de O Calvario y dos de sus comerciantes, María del Carmen y Monse
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El Mercado do Calvario de Vigo está de aniversario: 100 años trabajando por el comercio local
La falta de relevo generacional, el cambio de hábitos y la falta de inversión institucional ponen en peligro este mercado centenario, que mira al futuro con incertidumbre.
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A principios del siglo XX, O Calvario era uno de los barrios que conformaban el concello de Lavadores, aún no pertenecía a Vigo y era considerada una zona de carácter obrero. Entonces, los vecinos —reivindicativos como nadie en la comarca— compraban sus alimentos en un mercado al aire libre, pero la aglomeración de personas y puestos impedía la circulación. Así, en 1903, solicitan a la corporación la instalación de una plaza de abastos, que no sería inaugurado hasta 22 años más tarde, en 1925, y que sobrevive hasta el día de hoy.
La puesta en marcha del proyecto no fue rápida. A pesar de presentar la solicitud a la corporación municipal durante los primeros años del siglo XX, no fue hasta 1916 cuando aparecieron los primeros planos elaborados por el arquitecto Jacobe Esténs. Aun así, la obra no comenzaría hasta enero de 1922 y, aunque no se conoce la fecha exacta, el edificio final se inauguraría tres años más tarde.
Entonces, el mercado comenzó a crecer y se convirtió en un punto de referencia para el barrio, así como para vecinos de toda la comarca. Cada vez se abrían más negocios, tantos que en mayo de 1936 se propuso suprimir "de los seis retretes que hay en dicho establecimiento a cuatro, a fin de ganar terreno donde instalar puestos", como recoge el libro Historia do barrio de O Calvario.
Esta plaza de abastos viguesa se fue consolidando con el paso del tiempo. En los años 60, ya tenía fama de tener productos de "muy buena calidad", ya que los comerciantes compraban sus alimentos a los agricultores y agricultoras del rural. Calidad, proximidad y vínculo con el barrio son aún los valores que definen el Mercado de O Calvario, que, a pesar de su reputación, mira al futuro con incertidumbre.
Propiedad municipal, pero gestionado por los comerciantes
Hasta 1995, el Concello de Vigo gestionó el mercado. Entonces, como a la corporación local "le era muy complicado poder llevarlo" y no podían cumplir las exigencias de los comerciantes, estos se unieron como una asociación para solicitar la gestión del espacio comercial, que sigue siendo propiedad municipal. Así, los siete mercados de abastos de Vigo consiguieron que se les otorgase una concesión de 50 años, que a partir del año 25 se va renovando con prórrogas de cinco años.
"Vamos camino de 30 y hacia los 35 años de concesión", apunta el actual gerente de O Calvario, Miguel, que explica que, de esta forma, cada mercado toma sus decisiones de manera independiente y según sus características. Además, este acuerdo con el Concello les permitió restaurar el mercado en 1996, unas obras acometidas "íntegramente" por los comerciantes y que sirvieron para mejorar y modernizar los puestos.

Mercado de O Calvario, en Vigo
A pesar del éxito de los primeros años, Miguel considera que este "modelo de concesión" les "penaliza" en la actualidad. "En 1994, tú podías hacer una inversión porque tenías años por amortizar, pero ahora, con plazos cortos de cinco años, no tienes posibilidad de hacer grandes inversiones", asegura el gerente. Por eso, considera fundamental que las instituciones públicas inviertan en este mercado histórico para realizar unas obras de restauración que son claves para su modernización y supervivencia.
Menos de la mitad de comerciantes en 30 años
Antes de la restauración de 1996, Miguel calcula que había unos 140 comerciantes. Muchos no pudieron hacer frente a los gastos que acarreaba la reforma y tuvieron que abandonar su puesto. "Debimos de habernos quedado en torno a los 105 comerciantes", asegura el ahora gerente del mercado, que indica que ahora deben haber 98 puestos activos pero, "en realidad", tan sólo 50 personas trabajando.
¿A qué se debe esta situación? Según explica, muchos negocios fueron cerrando a lo largo de los años y, ante la falta de relevo generacional, son otros comerciantes quienes se hacen cargo del local, ampliando así su negocio. Este es el caso de Monse, que tiene su puesto de bacalao nada más entrar por la puerta principal del mercado, a la derecha.

Monse, en su pequeño y tradicional local en el Mercado de O Calvario
Ella ha heredado su espacio de su madre hace apenas dos años, aunque quien abrió el negocio fue su abuela hace aproximadamente 80 años. "Para mí tampoco es una cosa nueva, cuando mi madre se iba de vacaciones me encargaba yo", dice Monse, que hace un año también adquirió un nuevo local hacia el final de la plaza, que lleva su hermano.
"Los puestos se están manteniendo, lo que pasa es que los comerciantes se jubilan y la gente tampoco quiere este trabajo", añade Monse, que admite que su negocio no es tan demandante como otros. "El pescado fresco es diferente, tienes que levantarte temprano para ir a comprarlo a la lonja y conseguir la mejor calidad", explica.
La falta de relevo generacional se puede observar mucho mejor en la planta superior del mercado. Mientras la planta baja se encuentra repleta de puestos y clientes cada mañana, la zona de arriba está mucho más vacía y tan sólo cuenta con un supermercado. "Se han vaciado todos los puestos que estaban ahí precisamente porque han ido cerrando y nadie los ha cogido", comenta Miguel.

Planta superior del Mercado de O Calvario
Además, para llegar a la planta superior los vecinos de O Calvario tienen dos opciones: subir por las escaleras o montarse en un ascensor, que, como indica el gerente, tiene 30 años y es necesario cambiarlo. "Se le ha demandado desde hace cuatro o cinco años al Concello que nos eche una mano y seguimos esperando", asegura Miguel, que cree que "llegará el momento que el ascensor se caiga por su propio peso y tendremos que cerrarlo porque no tenemos capacidad para poder comprar uno nuevo". Además, recuerda que el edificio sigue siendo de propiedad municipal, por lo que es responsabilidad del Gobierno local.
Los jóvenes no compran en el mercado
La problemática del ascensor es más grave si se analiza el público del mercado. La mayoría de los clientes que acuden a esta plaza son personas mayores, que necesitan de una mejor accesibilidad para ir a comprar a sus negocios de confianza.
Así lo confirma Mari Carmen, que lleva trabajando desde 2003 en el mercado. "En aquel momento estaba sin trabajo, había una chica que dejaba el puesto y me surgió la oportunidad", afirma a Treintayseis.

María del Carmen, en su puesto en el Mercado de O Calvario
"Quien más compra pescado es la gente mayor, la gente joven, como tienen menos tiempo, van al supermercado", opina esta pescadera, que cree que en los últimos años el negocio "está un poco más flojo". Miguel también apunta en esa dirección para explicar una posible reducción de ventas: "Los hábitos de los jóvenes han cambiado, hasta que no llegas a los 35-40 años no entiendes el arraigo que supone venir al mercado".
"Deberían venir más al mercado, porque aquí hay una calidad y un trato que no hay en otros lados", presumen Mari Carmen. Y es que el mercado de O Calvario, como recuerda Miguel, está considerado como uno de los mejores de Vigo, pero sin apoyo institucional y ante la falta de relevo generacional tanto de clientes, como de comerciantes, teme por su futuro.
Te podría decir que, en la situación en la que estamos, igual agotamos la concesión y se acabó
"El mercado no sobrevivirá como está ahora otros 100 años, y te podría decir que, en la situación en la que estamos, igual agotamos la concesión y se acabó", asegura Miguel, que cree que hay que repensar esta plaza de abastos para atraer nuevas actividades y nuevos comerciantes. Eso sí, no apuesta por un mercado gastronómico, porque los que se han abierto hasta ahora en Vigo no han funcionado.
Actividades de cara al centenario
El mercado es un punto de referencia para el barrio de O Calvario. Allí, los vecinos de siempre acuden a hacer sus compras y a socializar con lo que llegan a considerar su familia, los comerciantes. El sentimiento de pertenencia es clave y, por eso, se van a organizar una serie de actividades para celebrar el centenario si los recursos económicos lo permiten. "No podemos hipotecarnos", incide Miguel.
De momento, el objetivo es incentivar a los más pequeños a conocer la plaza de abastos. Han organizado visitas para los alumnos y alumnas de colegios de la zona, a los que invitan a dibujar la futura mascota del mercado. Además, también están buscando y recogiendo fotos antiguas del espacio para hacer una exposición.