Un agente de policía inspecciona cadáveres en el lugar del ataque con misiles rusos contra Sumi.

Un agente de policía inspecciona cadáveres en el lugar del ataque con misiles rusos contra Sumi. Reuters

Europa

Trump presiona a Zelenski para que Ucrania acepte la soberanía rusa de Crimea a cambio de una tregua sin garantías

Delegaciones de Estados Unidos, Ucrania y Europa se reunirán este jueves en Londres, con la ausencia de Marco Rubio y Steve Witkoff, para discutir un acuerdo de alto el fuego que solo parece beneficiar a Rusia.

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Después de amenazar el viernes con abandonar la mediación entre Rusia y Ucrania y dejar a ambos países a su suerte, Donald Trump anunció este lunes que confiaba en que se pudiera llegar a un acuerdo “en los próximos días”. Estos cambios de humor del presidente estadounidense no son algo inhabitual, pero parece que en esta ocasión hay algo sólido detrás de su anuncio. Según filtró el Wall Street Journal y ha confirmado Bloomberg, Estados Unidos tiene preparada una oferta “definitiva” que Ucrania tendrá que aceptar si no quiere ver cómo pierde definitivamente el apoyo norteamericano.

Dicha oferta se ha concretado teniendo en cuenta las conversaciones de Steve Witkoff en Moscú con Vladimir Putin y de la reunión del propio Witkoff, el secretario de estado, Marco Rubio, y el enviado especial para Ucrania y Rusia, Keith Kellogg, con altos mandatarios ucranianos en París el pasado jueves. En principio, las bases del acuerdo serían el reconocimiento oficial de Crimea como provincia rusa por parte de Washington, el compromiso ruso a respetar la soberanía de su vecino y a no establecer límites a su ejército y el levantamiento de algunas sanciones económicas al régimen de Putin.

Como se puede ver, las exigencias distan mucho del alto el fuego incondicional de treinta días que propuso Trump en su momento y que Zelenski aceptó de inmediato. En otras palabras, Estados Unidos ha ido modificando sus propuestas según ha ido viendo que Putin se negaba a aceptar las anteriores, todo ello sin dejar de culpar a Ucrania (y a Joe Biden) de todo. Este posible acuerdo se discutirá el jueves en Londres, donde también participará una delegación de la Unión Europea y Gran Bretaña.

Presión sobre Ucrania

A expensas de un giro de última hora, la propuesta no parece tener demasiado recorrido y más bien puede resultar una excusa para que Trump se lave las manos en el conflicto y culpe de nuevo a Zelenski. Ucrania es la única que cede: se ve presionada a aceptar Crimea como tierra rusa y perder para siempre el importante acceso al Mar Negro por el puerto de Sebastopol. Su lucha diplomática de once años se vendría abajo y todo se habría hecho para nada.

Aparte, Estados Unidos pretende establecer una zona de exclusión en torno a la central nuclear de Zaporiyia… y controlarla con su propio ejército. Es lo único, de hecho, que Trump se compromete a proteger. El resto parte del convencimiento de que Putin obrará de buena fe. Si Ucrania cede Crimea y acepta la intervención estadounidense en Zaporiyia —del acuerdo sobre “minerales raros” no se ha vuelto a saber— se le “obsequiaría” con un alto el fuego de treinta días… sin posibilidad de que se desplieguen verificadores occidentales. Estados Unidos no está interesado y Europa está vetada por Putin.

¿Qué gana, pues, Zelenski, en esta negociación? Nada. Absolutamente nada. Trump da por hecho que Ucrania es un país desesperado que necesita cualquier tipo de paz para sobrevivir. Es un prejuicio que ha tenido siempre y que desde el Kremlin se han encargado de alimentar. La realidad, sin embargo, es otra: aunque Zelenski ha manifestado en diferentes ocasiones la enorme importancia que tiene la ayuda militar estadounidense, sobre todo en cuestiones de inteligencia y en equipos de defensa antiaérea, Ucrania tiene un ejército solvente y seguirá contando con el apoyo europeo y de buena parte de la comunidad internacional.

¿Bastará con eso? Trump cree que no y por eso le pasa la “patata caliente” al presidente ucraniano. El hecho de que la Casa Blanca ni siquiera mande a Rubio y a Witkoff a la reunión de Londres es una medida extra de presión para Zelenski. Una constatación de que esto se les está empezando a hacer demasiado largo. La realidad, sin embargo, es terca: Rusia sigue estancada en casi todo el frente y sus avances a lo largo de 2025 han sido casi testimoniales.

Las exigencias rusas

Eso sí, hay que reconocerle al Kremlin su tenacidad. El discurso oficial es que están ganando la guerra y que, por lo tanto, no tiene sentido ceder en negociación alguna. Y de ese discurso oficial no les mueve nadie. Por eso mismo, es complicado que Rusia acepte este acuerdo. Tal vez, de forma provisional, es decir, justo para los treinta días de alto el fuego por satisfacer a Trump y porque los beneficios que se le ofrecen son enormes. Dicho esto, en cuanto pase ese mes, volverán las hostilidades.

Porque el caso es que Putin no quiere Crimea. Eso ya lo tiene. En la práctica, la península es territorio ruso desde la anexión de 2014 y ahora está más segura que nunca al haber aumentado su “espacio vital” con la anexión del sur de Jersón, Zaporiyia y Donetsk. Putin lo que quiere es acabar con la soberanía ucraniana como tal y que el país vuelva a depender de Moscú. Lo considera un derecho y no es una exigencia negociable. Jamás va a renunciar a ello.

A corto plazo, es complicado que acepte el reconocimiento oficial de Crimea —aunque Ucrania no lo haga, es probable que la Casa Blanca se pronuncie en breve en ese sentido— y no exija el de las otras cuatro regiones anexionadas unilateralmente tras los “referéndums” de septiembre de 2022. Tampoco va a aceptar que Estados Unidos controle la central nuclear más grande de Europa a escasos kilómetros de su frontera. Y, por último, aunque Kellogg ya ha dejado claro que la entrada de Ucrania en la OTAN no se está ni discutiendo, la desmilitarización de su vecino ha sido otro de los objetivos rusos y tampoco va a ceder en ese punto.

El papelón de Europa

Cabe comentar también la precaria situación europea en toda esta situación. Estarán en Londres, sí, pero solo porque Estados Unidos necesita que acepten la rebaja prometida a Rusia en cuanto a las sanciones económicas. Ni el Kremlin los reconoce como interlocutores ni tampoco lo hace la Casa Blanca. En ambos casos, el desprecio hacia la Unión Europea es absoluto y las amenazas a Reino Unido han sido constantes por parte de Rusia desde el primer día de la guerra.

En ese sentido, Europa tendría como mínimo que aceptar el regreso de los bancos rusos al sistema SWIFT y seguir al pie de la letra las demás instrucciones estadounidenses. A cambio, se quedaría sola en la defensa de Ucrania y de sus socios de los países bálticos, Polonia y Rumanía, pues Rubio, Witkoff, Kellogg, Vance y Trump ya han insistido suficientes veces en que Estados Unidos no piensa volver a sacarles las castañas del fuego.

Comoquiera que Europa no va a ceder tampoco en ese punto, sería casi milagroso que se llegara a un acuerdo en Londres. Un acuerdo que no satisfaría a ninguna de las tres partes y al que Estados Unidos parece haber llegado por puro hartazgo. No cumple las expectativas de nadie y solo beneficia a Rusia, aunque no lo suficiente. Solo un acto de extrema generosidad por parte de Zelenski y sus socios —o de extrema necesidad, más bien— podría salvar los muebles a última hora. De lo contrario, la propuesta quedará en nada y Trump tendrá la excusa perfecta para “centrarse en otras partes del mundo”, como anunció el pasado viernes y está deseando hacer desde hace tiempo.