
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se reúne con el presidente de El Salvador, Nayib Bukele (no en la foto), en el Despacho Oval de la Casa Blanca en Washington, Estados Unidos, el 14 de abril de 2025. Reuters
Trump vuelve a la carga y culpa a Biden y a Zelenski de la guerra en Ucrania tras el ataque ruso en Sumy: "Empezaron esta farsa"
Los ataques contra el presidente ucraniano alcanzaron un nuevo nivel de crueldad al acusarle de empezar la guerra y de no estar preparado para ello. De Putin, ni una palabra más alta que la otra.
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“La guerra entre Ucrania y Rusia no es cosa mía, es cosa de Biden. Si las elecciones de 2020 no hubieran estado amañadas —y lo estuvieron de mil formas diferentes— esta horrible guerra no habría tenido lugar. El Presidente Zelenski y el 'Corrupto' Joe Biden fallaron al permitir que esto comenzara”. Esas han sido (sic) las palabras de Donald Trump en su red social, Truth, apenas diez días después de la matanza de Krivói Rog, en la que misiles balísticos rusos acabaron con la vida de veinte civiles, entre ellos nueve niños que jugaban en un parque infantil.
Una vez más, Trump se negó a culpar a Vladímir Putin de absolutamente nada. De hecho, en referencia al salvaje ataque, el presidente estadounidense lo calificó de “horrible”, pero matizó inmediatamente que “por lo que me han dicho, fue un error”. En otras palabras, que Rusia no quería matar a ningún civil, solo a los altos cargos del Ejército reunidos ese día con sus homólogos occidentales, y que Putin sigue queriendo la paz por mucho que se niegue a adquirir compromiso alguno con Ucrania o con la propia Administración Trump.
Las palabras del multimillonario neoyorquino no pueden sorprender a nadie a estas alturas, pero horas después quiso ir más allá al atacar de nuevo al presidente ucraniano: “Siempre está buscando comprar misiles. Miren, cuando alguien empieza una guerra, tiene que estar seguro de que puede ganarla. No empiezas una guerra contra alguien veinte veces superior a ti y luego confías en que la gente te dé los misiles”, dijo Trump en la rueda de prensa posterior a su reunión con el autócrata salvadoreño Nayib Bukele.
Es imposible saber de dónde sale esta versión de los hechos porque ni siquiera los rusos han negado nunca que la “operación militar especial” la empezaron ellos. Es cierto que, dando muchos rodeos, la califican de respuesta a una agresión previa de la OTAN, pero Volodímir Zelenski, en su narrativa, no pinta nada. En su opinión, es un nazi, pero poco más. Un judío nazi. Un judío nazi rusófono que actuaba en las nocheviejas de la televisión estatal rusa.
A vueltas con las sanciones
En dicha comparecencia conjunta ante la prensa, Trump insistió en que esperaba que Rusia se comprometiera a un plan concreto de paz, con fechas límite de por medio, y amenazó con sanciones económicas en caso de que no lo hiciera. Es imposible creérselo. Una cosa son las palabras y otra son los actos. En su reciente imposición masiva de aranceles a medio planeta, Trump dejó fuera a Rusia. Su excusa fue que ya tenían demasiadas sanciones, así que es absurdo pensar que le va a imponer más de forma unilateral.
Aparte, en su reciente visita a Moscú, el enviado presidencial Steve Witkoff, que estuvo el pasado fin de semana en Omán negociando con los iraníes el futuro de su programa nuclear, se reunió, además de con Putin, con el jefe del Fondo Soberano de Rusia, Kirill Dmitriev. ¿De qué pudo estar hablando este empresario metido a diplomático con el más alto representante de la economía rusa? Sin duda, y conociendo a Witkoff, un enamorado del régimen de Putin, de la manera más sencilla de levantar las sanciones y de reanudar el comercio entre ambos países en las condiciones anteriores a la guerra.
El problema que tiene Estados Unidos en este respecto es Europa. Buena parte de las sanciones que más daño hacen a Rusia vienen impuestas por la Unión Europea, y la Administración Trump ha dado sobradas muestras de su falta de sintonía con sus aliados continentales. Si hubiera un frente unido, como sucedía con Joe Biden, se podría negociar desde la fuerza. Como no lo hay, Estados Unidos se empeña en prometer cosas a Rusia que a Rusia no le valen de nada.
La “paz” a cualquier precio
Witkoff le puede garantizar a Dmitriev que las relaciones entre ambos países van a ir a mejor, pero no puede hacer lo propio con las demás sanciones… y a ese precio, a Rusia no le compensa abandonar su guerra. No hay indicaciones de que el programa de máximos del Kremlin haya variado: en lo político, la dimisión de Zelenski y la convocatoria inmediata de elecciones; en lo militar, la anexión de Zaporiyia, Jersón, Donetsk y Lugansk en su totalidad, es decir, cruzando el río Dniéper; en lo económico, el restablecimiento total de la situación de Rusia en el mercado internacional previa al inicio de la guerra.
Todo ello es imposible, ya decimos, mientras Europa se mantenga del lado de Ucrania, cosa que sigue haciendo en público y en privado, negándose a ceder ni un centímetro en sus posiciones pese a la presión estadounidense, que busca la paz a cualquier precio para poder sacar pecho como hizo en Gaza. Da igual que al mes y pico todo vuelva a saltar por los aires. La cuestión iraní también está sobre la mesa, por supuesto. Trump amenazó este lunes con un ataque militar si el régimen de los ayatolás pretendía fabricar una bomba nuclear y en ese empeño, Irán trabaja con Rusia.
Probablemente, para la actual Administración, Ucrania no sea más que una pieza prescindible en el gran tablero que para ellos tiene a Irán como objetivo principal. Lo que no se entiende es la mentira constante, que ofrece de todo menos fiabilidad. Trump podría ahorrarse todo eso y defender sus políticas dando la cara. Este tipo de puñaladas por la espalda chocan con su imagen buscada de hombre duro y sincero.