Los trabajadores se paran frente a la Unidad de Hidrocraqueo Suave (MHC) en la Refinería de Petróleo Dangote en Lagos, Nigeria, el 20 de julio de 2024.

Los trabajadores se paran frente a la Unidad de Hidrocraqueo Suave (MHC) en la Refinería de Petróleo Dangote en Lagos, Nigeria, el 20 de julio de 2024. Reuters

África Viaje a Nigeria (III)

La eterna lucha de la etnia ijaw por el petróleo en el Delta del Níger: "Queremos venderlo, no que los blancos nos lo roben"

Los ijaw son la etnia mayoritaria en el delta del Níger, y esa lucha que comenzó con el aceite de palma derivó en el siglo XX en una lucha por el oro negro.

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Delta del Níger
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Nadie conoce con certeza el origen exacto del pueblo ijaw. El doctor Benjamin Okaba, presidente del Congreso Nacional Ijaw, sugiere una posible raíz en Oriente Medio, en los tiempos del rey Salomón. Señala similitudes entre las doctrinas del Antiguo Testamento y las creencias espirituales de los ijaw, como si su religión fuera un eco lejano de aquel pasado bíblico. Otra tradición remonta sus orígenes a la intervención de la deidad creadora Odùdúwà, una figura central en las creencias África occidental, y narra una larga migración que atravesó lo que hoy es Benín, hasta llegar al delta del Níger, donde sus descendientes se asentaron. Lo único que tienen claro los ijaw cuando miran al pasado es que siempre han tenido que luchar por su tierra.

Luchar por quedarse. Luchar por no ser borrados.

También recuerdan con absoluta nitidez al rey Frederick William Koko y su campaña contra los británicos en el siglo XIX. El monarca se convirtió en un héroe, en una figura legendaria que combatió a los europeos por el control del aceite de palma que crecía en su tierra. Asesinó a muchos ingleses en su guerra, pero los europeos terminaron por derrotarle y desterrarle de su propio reino. El rey Koko fracasó, pero sembró también la semilla de una lucha por el control de los recursos de los ijaw que saltó de generación en generación. Los ijaw son por añadido la etnia mayoritaria en el delta del Níger, y esa lucha que comenzó con el aceite de palma derivó en el siglo XX en una lucha por el petróleo. Ésta hoy continúa.

Cuando los medios de comunicación informan, muy de vez en cuando, de los grupos armados que operan en el delta del Níger, que roban petróleo, secuestran a operarios de las compañías y atentan contra infraestructuras petroleras, esos grupos armados de apariencia fiera que aparecen en televisor están conformados en su mayoría por individuos de la etnia ijaw. Su lucha no es sólo económica. Entra en juego la tierra, su cultura y el fantasma omnipresente del adorado rey Koko.

Primero luchaban contra la Royal Niger Company; luego combatieron contra la seguridad privada de las empresas petroleras y contra el ejército nigeriano. Primero combatieron al enemigo que apareció de fuera, pero perdieron. Ahora combaten contra un enemigo que vive dentro, que es su compatriota y su hermano. El jefe James Nengi, una de las mayores autoridades dentro de los ijaw, no duda en asegurar que "quienes roban realmente el petróleo son los militares nigerianos". "Los robos empezaron cuando el ejército empezó a tener una presencia fuerte que evitara el sabotaje de las infraestructuras petroleras", sostiene.

El jefe Nengi va más allá y acusa directamente a la Nigerian National Petroleum Company (NNPC) de ser responsable de una mayor parte del robo de petróleo. "Pagan a diferentes grupos armados para imponer un supuesto orden en la zona. Y luego roban el petróleo por medio de estos grupos armados y de los militares, para venderlo fuera de los libros", señala. La acusación del jefe Nengi es muy grave. Tanto más si se considera que la NNPC es uno de los mayores proveedores de petróleo de España.

El petrolero de petróleo crudo Otis entrega petróleo crudo para la refinería Dangote en Lagos.

El petrolero de petróleo crudo Otis entrega petróleo crudo para la refinería Dangote en Lagos. Reuters

No niega ni lamenta que los grupos armados de origen ijaw asesinen, ni que hagan estallar los oleoductos como forma de sabotaje. Pero, ¿robar el petróleo? ¿Cómo van a robar los ijaw algo que les pertenece? Buceando en la cuestión ijaw, coloreada de tintes independentistas al desear su secesión de Nigeria (una nación que, en su opinión, les ha arrebatado su riqueza para pagarles con la miseria), se encuentra que el mayor contrincante a quien se enfrentan hoy no son los ingleses, sino los propios nigerianos. Nigerianos de otras etnias, nigerianos que viven en ciudades muy lejos del delta del Níger.

El doctor Okaba explica que "el Estado nigeriano dividió sus territorios en diferentes estados diseñados para vulcanizar la fuerza política de etnias como la ijar". Mientras los yoruba, los fulano y los gibo ocupan importantes cargos de poder, "la división de los ijaw en cuatro estados distintos —donde compartimos territorio con muchas otras etniasha impedido la creación de 'asientos ijaw' en los órganos de gobierno". Según él, si los ijaw estuvieran agrupados en dos estados, o incluso en uno solo, tal vez podrían recuperar su voz en las instituciones nacionales.

Habla también de una "conspiración" por parte de los edo —otra etnia de la región—, a quienes acusa de intentar "eliminar" la cultura ijaw, considerándolos inmigrantes venidos de otra tierra. "Quieren extinguir nuestra lengua. Exterminar nuestra educación", dice con voz cansada pero firme. Y concluye con una frase devastadora: "Los ijaw viven mejor fuera de su tierra que dentro de ella, porque dentro de su tierra ni siquiera tienen electricidad".

Los ijaw, afirma, "no roban, luchan". Y los grupos armados que han surgido en los últimos años no serían más que una forma de canalizar esa lucha y de unificar su causa. "El Gobierno no sabe escuchar si no es con violencia", repiten muchos de los ijaw involucrados en el conflicto petrolero del delta del Níger, incluso aquellos que han optado por medios pacíficos para defender su identidad.

El petróleo que emana de su tierra ya no les pertenece. Tal vez podrían resignarse a esa pérdida, pero hay otro elemento igual de vital para su supervivencia que también les ha sido arrebatado: el agua del río Níger. Aquí, un dicho popular asegura que "un hombre que vive a la orilla del Níger no se lava las manos con saliva". Pero la contaminación del río, producto de años de vertidos petroleros, apenas deja otra opción.

Un vehículo blindado de las Fuerzas de Seguridad Nigerianas pasa por casas recién construidas, antes de la ceremonia de reapertura de la comunidad que fue destruida por militantes armados de Boko Haram en 2015, en Ngarannam, estado de Borno, Nigeria, el 21 de octubre de 2022.

Un vehículo blindado de las Fuerzas de Seguridad Nigerianas pasa por casas recién construidas, antes de la ceremonia de reapertura de la comunidad que fue destruida por militantes armados de Boko Haram en 2015, en Ngarannam, estado de Borno, Nigeria, el 21 de octubre de 2022. Reuters

El doctor Ahmed, médico del hospital de Yenagoa, lo confirma al enumerar la larga lista de enfermedades provocadas por el agua del río: cegueras, abortos, cánceres de piel e intestinales, afecciones gastrointestinales, anemias y niveles de malaria mucho más altos que en otras regiones del país. Enfermedades que están exterminando, poco a poco, a los ijaw que se resisten a abandonar las tumbas de sus padres.

La crisis que atraviesan los ijaw (una etnia que conforman entre trece y quince millones de personas), es una crisis ecológica, social, sanitaria, económica, política y étnica. Y armada. Son tantos niveles, tantos frentes que deben combatir para evitar tener que lavarse las manos con saliva, que parece que el jefe Nengi tuviera razón al decir que "los problemas empezaron con la injerencia de los ingleses y de los holandeses, pero los problemas no han terminado. Ahora tenemos incluso más problemas que antes".

Las leyes medioambientales no se están aplicando. Las fugas de petróleo ocurren cada semana. La vegetación sucumbe. La agricultura en el delta del Níger es prácticamente inexistente. El sector pesquero quedó arrasado, empujando a muchos pescadores a utilizar sus embarcaciones para ejercer la piratería en el delta del Níger y en el golfo de Guinea. Todas las formas de vida que gravitan en torno a los ijaw se han extinguido. Sólo queda la sumisión o la violencia.

El doctor Okaba añade, sin titubear, que los ijaw esperan con esperanza el triunfo de alguno de los otros nacionalismos que laten en Nigeria —como los movimientos secesionistas entre los igbo o los yoruba—, porque ese sería, dice, "el pistoletazo de salida" para que su propio pueblo pueda también aspirar a la independencia.

Pero el jefe Nengi no habla durante la entrevista: grita. Su voz es como un trueno. En ocasiones, sus ojos se abren de manera desmesurada, como si fuera a saltar desde su asiento para descargar toda su rabia contra cualquiera que le tosa. Y repite una y otra vez que "la gente no entiende el rol que jugó el rey Koko, que es el mismo rol que nosotros debemos jugar ahora".

Los Ijaw quieren el petróleo solo para sí. No son codiciosos. Entienden que su tierra alberga un recurso valioso, necesario para el funcionamiento del mundo moderno. Lo único que reclaman —como grita el jefe Nengi entre alaridos— es simple: "Queremos venderlo, no que los blancos nos lo roben". Parecería lógico que una comunidad desee comerciar con sus propios recursos, elegir a quién vendérselos y a qué precio. Pero en el delta del Níger, lo lógico y lo normal desaparecieron mucho antes de que naciera el rey Koko.

Así lo expresa el jefe Nengi: "los blancos decís que sois capitalistas porque habláis del libre mercado, lo que no decís es que antes habéis robado los productos que disponéis en el mercado… para luego venderlos y enriqueceros sólo vosotros".

Tras la espalda de ambos entrevistados, en cada uno de sus despachos, descansa la bandera ijaw. Los colores azul, rojo y verde representan el océano, la sangre y la rica vegetación del delta. El tótem principal de los nembe, la rama de los ijaw sobre la que gobernó el rey Koko, es una pitón. Un símbolo espiritual vuelto físico. La reencarnación de una diosa que lidera a los guerreros en la batalla, guerreros como el abuelo del jefe Nengi, que combatió junto al rey Koko hace tantos años y que hoy llena de orgullo a su nieto. El jefe Nengi recuerda además que la pitón en la selva no hace daño a los humanos. No molesta a nadie. Pero si un humano se acerca a ella y empieza a molestarla con un palo… en fin, luego no podrá quejarse si la pitón le devora.