El director milanés Daniele Gatti. Foto: Anne Dokter

El director milanés Daniele Gatti. Foto: Anne Dokter

Música

Daniele Gatti y el humanismo lacerante de Schumann aterrizan en España

El maestro milanés dirige a la Staatskapelle de Dresde en su paso por Madrid (21 y 22 de abril) y Valencia (23 y 24). En atriles, las cuatro 'Sinfonías' del compositor alemán. 

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Una de las mejores orquestas del mundo, la Staatskapelle de Dresde, creada nada menos que en 1548 por el elector Moritz von Sachsen, va a ofrecer en dos ciudades españolas, Madrid (21 y 22 de abril) y Valencia (23 y 24), de la mano de Ibermúsica, un plato tan apetitoso y exquisito como es el preparado con las cuatro Sinfonías de Schumann que serán aderezadas y cocinadas por la ya experimentada batuta del italiano Daniele Gatti.

El maestro milanés (1961) es sin duda un racionalista de ideas claras. Hombre serio, de criterios muy personales, de técnica moderna y fluida, de gesto firme y decidido, inteligible, de temperamento bien controlado. Aunque en su estilo y maneras bulle la sangre meridional, y eso se nota a la postre.

Hay en él una rara elegancia que se aprecia en la construcción de largos periodos en los que sabe dejar manar la música de forma muy natural y explícita, cincelando grandes frases, que no dejan de tener calidez. No es un humanista, ni un poeta, pero sí, a estas alturas, un hábil constructor de estructuras que en él suelen tener siempre un sentido.

Y lo hemos podido apreciar a lo largo de los años en las ya muchas visitas que ha girado a Madrid y a otras de nuestras capitales. Y en actuaciones fuera de España, en Ámsterdam y en Bayreuth, por ejemplo. Aquí firmó un Parsifal wagneriano de gran contenido humanista.

Después de la excelente actuación que tuvo el Gatti en octubre al frente de la Filarmónica de Viena, con obras de Stravinski y Shostakóvich, esperamos ahora que, en el podio de esta otra gran formación, pueda acercarnos con sapiencia y sentido a un mundo tan dispar, de un romanticismo en sazón. Como el desplegado por Schumann en sus Sinfonías, cuatro joyas cargadas de una expresividad a veces lacerante, de un melodismo cautivador, de una significación humanista extraordinaria.

"Las sinfonías de Schumann son cuatro joyas cargadas de una expresividad lacerante, de un melodismo cautivador, de una significación humanista extraordinaria" 

Son composiciones extremadamente difíciles de planificar, de exponer, en las que a veces se aprecian las dudas del músico a la hora de rematar pasajes, de trabajar desarrollos, de expresar un mundo íntimo en perpetuo conflicto. Se ha considerado muchas veces que las orquestaciones e instrumentaciones de estas obras eran imperfectas y ha habido muchos que le han querido enmendar la plana.

El mismo Schumann es cierto que no terminaba de estar seguro de su labor. De la Sinfonía nº 4 hizo por ejemplo dos versiones distintas. La Primera, bautizada como Primavera, fue compuesta en tan solo tres días, y de la Tercera, conocida como Renana, se cuenta que fue creada tras un paseo con su mujer, Clara, en aquella región alemana.

Dos conciertos del máximo interés que exigen mucho a la formación y a la batuta, que ha de calibrar densidades, contrapuntos, regular dinámicas y tratar de que la curiosa escritura schumaniana quede siempre lo más diáfana posible. Y ser capaz de cantar, de decir, de practicar el rubato preciso en el maravilloso segundo movimiento de la Sinfonía nº 2, uno de los instantes más sublimes del romanticismo musical. Abróchense los cinturones. Esperamos grandes cosas.